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El zapato femenino, lo que es moda incomoda?








Amantes –como yo- de los Louboutin, Manolos, Jimmy Choo, Marc Jacobs, Pedro García, Salvatore Ferragamo etc etc etc. Levantaos, este post va por todas nosotras, cómplices en la distancia, de una adicción carísima, pero fabulosa.


Tacón alto, tacón bajo, plataforma, tacón chino, stiletto, abierto, cerrado, con o sin pulsera, ídem el talón... El de los zapatos, más que un mundo, es un universo en el que puede leerse casi todo lo referente a los géneros y sus ideales: ¿qué se supone que dice ese modelo?, ¿qué se supone que pensó quien lo diseñó?, ¿por qué muchos de ellos, siendo accesorios, se convierten en mensajes con capacidad de dañar la salud?
No le había preguntado el nombre —ni el signo, ni si trabajaba o estudiaba, más que nada porque las mujeres no estudiaban ni trabajaban ni tenían permitido demostrar personalidades tan disímiles como Géminis y Capricornio—, no había anotado su número de móvil y, ni siquiera, sabía su nombre. Su zapato era su rastro, su seña, su identidad, su huella. Con su zapato —za-pa-ti-to, en una no inocente minimización del pie de la dama de deseo— el príncipe buscó a la princesa. Las hermanastras malas —sinónimo de feas— tenían el pie grande —sinónimo de malas y feas— y la princesita desdichada —sinónimo de buena— tenía el pie pequeño —sinónimo de hermosa— que la hizo dejar de ser Cenicienta y pasar a ser la protagonista de un cuento de princesas.


Lo raro no es el cuento —que ya sabemos todas— que hacía de una mujer frágil, bella, triste y delicada una princesa. Que hacía de una princesa una mujer que podía ser rescatada. Que hacía del rescate del príncipe la salvación para una mujer triste. Que hacía de un pie pequeño una puerta para esa salvación. Y que hacía de un bello zapatito de cristal una llave para esa titilante fantasía de dejar de fregar como Cenicienta para entrar a dar vueltas en un baile de palacio, sin más baile de tareas domésticas.

Lo raro es que esos zapatitos de cristal —de cuero, de goma, de charol, de gamuza, de cuero, de strass, de...— siguen asomando a las mujeres a un mundo en puntas de pie. Igual que cuando las mujeres eran princesas o no eran nada y tenían que caminar sin hacer ruido (o hacerse notar), igual que cuando en la China las madres envolvían a las hijas entre telas que expulsaban el alma y apretujaban los dedos porque la belleza era tortura y la belleza eran pies pequeños, igual que cuando las mujeres eran reinas de un mundo encerado y en patines (no rollers, sino dos franelas para no marcar), igual que cuando las mujeres —literal— no caminaban, no hacían camino, no corrían, no trabajaban, no se desplazaban, no estudiaban, no se paraban a esperar o andar en colectivo. Lo raro es que el mito del pie pequeño y en punta siga siendo sinónimo de femenino. Y que aun las mujeres que se atreven a sacarse todo sin preguntarle al que se saca (o se deja sacar) el nombre, como el estereotipo de Carrie de Sex and the City necesiten hiperpoblar el ropero de zapatos.
Por supuesto, no son todas las mujeres las que se calzan tacones símil agujas, también están las plataformas —que al menos hacen de la altura una vereda personal con más altura—, las que acomodan las zapatillas para adueñarse del estilo que se quiere dar, las que eligen unas botas con apenas unos centímetros de elevación personal. Pero, más allá de las opciones individuales, es interesante que la medicina advierte —una vez más— sobre aquello que la moda dice que les queda bien a las mujeres y que, en realidad, les hace mal a las mujeres. Tanto que en un estudio de la Asociación Americana de Ortopedia, el 80 por ciento de las mujeres tenía un tipo de dolor en el pie y el 88 por ciento de ellas usaban zapatos que eran más pequeños que sus pies.

Esto sin contar que el uso de tacones altos provoca la aparición de artrosis de rodilla, debido al mal uso de las articulaciones según datos presentados por la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM).

Otro estudio nos advierte que «Usar zapatos de tacón alto diariamente quita entre 15 y 20 años de vida saludable a los pies», al menos eso asegura el jefe de traumatología del hospital Carlos Haya, José Ignacio Abad.

«Los zapatos de tacón alto son los peores para la especie humana», sentencia Abad. La causa es la forma «anormal» de caminar a la que se ve forzado el cuerpo.

Entre los problemas mas comunes están:


Juanetes: Una de las principales dolencias. La elevación del talón origina una excesiva carga de peso corporal sobre el extremo del pie, causando un desarrollo anormal de la unión ósea entre los dedos y el propio pie.

Dedos en forma de garra: La puntera afilada del zapato de tacón apenas deja sitio a los dedos, que acaban apretados y se montan unos sobre otros. A la larga, se produce una contractura que da lugar a esta patología.

El estudio demuestra que estos problemas se dan tres veces más en ellas: Estas dolencias afectan a diez mujeres por cada tres hombres que las padecen, según Abad.

Y si pensabais que los tenis eran la salvación, que sepáis que no sirven para todo

Sin entrar en el tamaño del zapatero de cada cual, solemos tener un tipo de calzado para el día a día y otro para las ocasiones especiales. Sin embargo, muchos practican distintos deportes con el mismo tipo de zapatillas deportivas. Abad insiste en que deben usarse tenis que protejan el tobillo si se hacen actividades físicas basadas en la carrera. Este médico afirma que las lesiones derivadas del deporte han aumentado en términos absolutos, si bien el porcentaje de personas afectadas haya disminuido ante la mejora en el calzado deportivo.

Para no desanimarnos, existe otro estudio –sí hoy va de estudios- el cual dice que pese a la leyenda negra que acompaña a los zapatos de tacón, cuyo uso aparece relacionado a una amplia gama de problemas en los pies, la uróloga italiana María Cerruto ha demostrado en su estudio que este tipo de calzado no es tan malo como algunos sugieren.

La doctora Cerruto explica que sus investigaciones demuestran que el uso de tacones altos beneficia a los músculos de la pelvis, mejorando así el desempeño sexual.

Cerruto asegura que, tras estudiar a 66 mujeres menores a 50 años, encontró que aquéllas que mantenían su talón a 15 grados del suelo (el equivalente a un tacón de cinco centímetros) tienen tan buena postura como aquellas que usan zapato bajo, pero además, mostraron menor actividad eléctrica en los músculos pélvicos.

Esto significa que los músculos se encuentran en una posición óptima, lo que podría mejorar su fuerza y la habilidad de contracción. Los músculos del suelo pélvico son un componente esencial en el cuerpo femenino. Además de proveer asistencia al acto sexual, dan un apoyo vital a órganos como la vejiga, el intestino grueso y el útero.

Es normal que estos músculos se debiliten después del embarazo y el parto, y con el propio envejecimiento del cuerpo. Para fortalecer el suelo pélvico existen algunos ejercicios, pero la doctora Cerruto tiene esperanzas de que su descubrimiento elimine la necesidad de realizarlos.

Como no me rindo ante la evidencia de los estudios, aquí os anoto unas cuantas recomendaciones de los expertos para disminuir el daño causado por los tacones altos:

Úsalos ocasionalmente. Evita usarlos todos los días, si disminuyes el uso de los tacones altos estarás eliminando el riesgo de deformaciones y dolor. Evita usarlos en actividades en las que tengas que estar parada. Los médicos recomiendan no usar zapatos con más 6 cm para uso diario.

Selecciona el tamaño correcto. La mayoría de las mujeres usan la talla incorrecta. Mídete los zapatos y trata de probártelos al final del día cuando tus pies están hinchados. De esta forma te estas asegurando que los zapatos serán cómodos todo el tiempo.

Los zapatos altos cerrados son mejores que las sandalias con tacones altos porque ofrecen mas apoyo.

No compres zapatos pensando que aunque no sean cómodos cuando te los mides luego te quedaran bien. El zapato tiene que sentirse cómodo desde la primera vez.

No uses los mismos zapatos todos los días. Usa diferentes estilos y tacones altos y bajos.

Si usas tacones altos todos los días y estas experimentando dolor, nunca los abandones repentinamente. Los músculos se han acostumbrado a cierta presión y ángulo, debes disminuir el tamaño de los tacones paulatinamente.

Aún cuando todos los estudios demuestran que los tacones altos son poco beneficiosos para nuestra salud, es cierto que esta adicción es difícil de eliminar, por regla general los diseñadores no piensan que las mujeres normales no vamos en limusinas, no caminamos sobre alfombras rojas ni nada parecido, dejamos oír nuestros tacones en el asfalto – ahora me viene a la memoria una de mis tías, a ella le encantaban los tacones - ya no puede llevarlos es demasiado mayor- no había nada que me gustara tanto cuando iba de visita a su casa, que oírla marcharse al trabajo a las 6 de la mañana, salía, cerraba la puerta de casa y sus tacones comenzaban a sonar, toc,toc,toc,toc, firmes, seguros, se perdían en el silencio del amanecer, ese sonido me hacía sentir segura, será por eso que tengo obsesión por los tacones?, puede ser-. El caso es que por mi parte pienso seguir usando tacones altos, pero con moderación, para animaros os dejo algunas imágenes de las tendencias de calzado spring/summer 2010.

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