Hoy os "copio" un post en el Blog de mi tocaya Gemma Martínez,( escrito para Expansión) porque lo he encontrado de lo mas interesante, analiza desde la perspectiva de negocio la situación del textil en los Estados Unidos.
La moda aprende a vivir con el ogro chino
Nueva York continúa abonada a los contrastes. La ciudad se prepara para recibir a los jefes de estado de los 192 países miembros de la Organización de Naciones Unidas, que celebra mañana su asamblea general con el fin de analizar cómo se avanza en el objetivo de erradicar la pobreza extrema y el hambre. La cita tendrá lugar tres días después de que se haya clausurado la Semana de la Moda, uno de los eventos sociales del año al que todo el mundo acude para mirar y dejarse ver. La convocatoria, que ha sido el punto de encuentro de cien diseñadores y más de 232.000 asistentes, genera un gasto turístico para la Gran Manzana de 770 millones de dólares (589 millones de euros) y sustenta al sector. Las más de 800 empresas textiles radicadas en Nueva York mueven un negocio de 1.600 millones. La edición de este año ha demostrado que la industria y el distrito de la moda gozan de buena salud y son capaces de superar la competencia de países manufactureros especializados en bajo coste como China.
El cluster textil de Manhattan se concentra entre las calles 34 y 40, en el tramo comprendido entre Broadway y la Novena Avenida. El distrito, cuya apariencia arquitectónica dista mucho del glamour que se supone a la industria y a las pasarelas, es tomado a diario por los turistas que abarrotan las inmediaciones de Times Square y que, casi sin saberlo, callejean por el corazón de la moda neoyorquina. La jungla urbana también incluye a los locales, que utilizan la estación de transporte Porth Authority y que fisgonean en las tiendas de venta de juguetes sexuales. En esta zona están los talleres de confección que utilizan los diseñadores y cadenas de grandes almacenes situadas a relativa corta distancia, como Barneys o Bergdorf Goodman. La proximidad y la rapidez en la interacción entre las partes impulsó al distrito, que llegó a fabricar el 90% de la ropa que se vendía en EEUU. Pero el área empezó su declive hace más de 50 años, cuando la parte industrial del proceso de confección se trasladó a países como China. Los problemas se acentuaron en los 90, después de que los promotores inmobiliarios, ávidos de nuevos espacios, expulsaran de la zona a muchos talleres.
De este modo, hoy la moda emplea en la ciudad a unos 18.000 trabajadores, un 80% menos que a principios de los 90. La mitad de ellos trabaja en el distrito, que el Ayuntamiento de Nueva York ha intentando revitalizar en los últimos años, de la mano de la iniciativa privada, con la promoción de incubadoras de empresas vinculadas al sector textil, entre otras medidas. La zona, conocida como garment district y recogida en documentales como Schmatta (de HBO) , todavía acoge hoy instalaciones relevantes de diseñadores como Calvin Klein, Donna Karan y Oscar de la Renta. Los talleres de confección están aprendiendo a sobrevivir, especializándose, en muchas ocasiones, en la producción de las primeras muestras de una colección que, después, ya pueden fabricarse a gran escala en otros países, siguiendo los patrones creados en la Gran Manzana. Su histórico dominio del proceso artesanal le convierte, a su vez, en el punto elegido para fabricar piezas que requieren especialización en maquinaria y tejidos.
Este cambio ha permitido que los empleados que trabajan en el distrito aun supongan el 28% de toda la fuerza laboral del sector manufacturero de Nueva York. Pese a que nunca recuperará la producción a gran escala (hoy EEUU sólo produce en sus fronteras el 5% de la ropa que se consume aquí), la revitalización de la zona está provocando movimientos corporativos. Los diseñadores de bolsos de lujo Carlos Falchi e Isabella Fiore se implantarán en un edificio situado en la Séptima Avenida. Además de recuperar su sitio en la producción, Nueva York está atrayendo a diseñadores que se lanzan a emprender su propio negocio con etiqueta de local como Jack McCollough y Lazaro Hernandez (Proenza Schouler) o Marcus Wainwright y David Neville (Rag & Bone). Algunos ya más reconocidos, como Jason Wu, empiezan a hacerse un sitio en la industria de la moda en EEUU, donde los grandes nombres han perdido el derecho a la exclusividad.
Particularmente te dire que hace casi 21 añostrabaje en Lacoste y aun siendo hace tanto tiempo creeme si te digo que los sueldos que pagan deben estar a años luz de los que deben cobrar en la China. Las imitaciones (no nos engañemos) estan a laorden del dia y que yo confieso compro en el topmanta. Sino de que tendra prendas de D&G, Lacoste, Armnani etc...
ResponderEliminarHola Luis, jajajja creo que todos hemos caido alguna vez en el "pecado" si es que se puede llamar así de las imitaciones, esta claro que la industria intenta abaratar costes, lo fundamental es pensar si a la larga vale la pena, si no es pan para hoy y hambre para mañana.
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