Mañana se pone a la venta la exclusiva colección de la firma Lanvin para H&M, es conocida por todos las simbiosis que ha creado H&M con grandes marcas y diseñadores: Victor & Rolf, Stella McCartney, Karl Lagerfeld, Roberto Cavalli, Sonia Rykiel, Comme des Garçons o Jimmy Choo.
El éxito ha sido rotundo, atropellos en las tiendas, colas interminables y por fin llego el control de acceso, desde pulseras con código de barras hasta limitación de números de prendas que los clientes se pueden llevar.
Sin duda todo este entramado refleja el éxito de las convocatorias, algunas con más éxito que otras; en las últimas semanas hemos visto y leído todo lo que ha acontecido acerca de la presentación de esta colección, una publicidad fantástica y divertida, una presentación a todo lujo en Nueva York acompañada de las IT girls del momento y amantes del mundo de la moda todos ellos por decenas, en fin que el imaginario colectivo ha sido alimentado perfectamente, excelente la construcción de marca.
Pero tal como reza el titular de este post: Me niego a comprar un Lanvin para H&M, no porque no esté de acuerdo en toda la estrategia o porque este en contra de las marcas, sino porque aunque el matrimonio entre Lanvin y H&M es una muestra de la democratización de la moda, lo cierto es que comienzo a negarme a que la moda de lujo sea democrática, para mí es un quiero y no puedo, está claro que un presupuesto como el mío no me permitirá en la vida comprarme un Lanvin original, pero me resulta muy poco interesante tan solo pensar en que me pueda encontrar en una fiesta con otra chica vestida igual que yo, no sé si se habrán fijado pero el vídeo promocional, expresa precisamente eso: que puedes encontrarte con alguien vestida igual que tú, ya sea una persona joven, mayor, más delgada, menos guapa en fin, democracia 100%.
La historia de la moda nos ha enseñado que la aspiración es uno de los grandes motores que mueven este fashion business, está claro que todos aspiramos a mas, pero también la moda es una manera de distinguirse, de diferenciarse, enviamos multitud de mensajes a través de la ropa que vestimos y vestir como todos los demás es enviar un mensaje que no es nuestro, en realidad al hacerlo estoy enviando las coordenadas que siguen todos y realmente nos interesa aborregarnos?
La clave de las personas y empresas en un mundo tan globalizado como el de hoy en día es diferenciarse, la democratización de la moda nos aleja mas y mas de ese fin, no niego que vista ropa de empresas de gran distribución, pero también es cierto que soy una gran defensora de nuevos diseñadores, nuevas marcas, de dar oportunidad a los que vienen detrás, quienes a lo mejor no son exactamente lo que quiere la mayoría, pero sin duda tienen un lenguaje propio y si consigo enamorarme de alguna de sus prendas será porque he encontrado conexión con ese mensaje mutuo que es un discurso emocional y cuasi romántico.
En resumen como se diría vulgarmente en otros ámbitos y sin que exprese literalmente lo que quiero decir, prefiero enamorarme del feo interesante que del guapo insustancial.
Y Ustedes que opinan?
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