




La clásica camisa blanca de toda la vida, se ha ido transformando a lo largo de la historia, pero no por eso ha dejado de ser un básico en el armario de hombres y mujeres. Conocer un poco de su historia nos ayudará a entender las nuevas tendencias que los diseñadores nos han presentado para la próxima temporada, ahora solo nos toca elegir nuestra favorita.
Esas camisas blancas de toda la vida se ponían pasándolas por la cabeza (al igual que una camiseta), ya que al principio la camisa fue considerada un prenda de ropa interior, y solamente se lucía o veía el cuello de la misma.
Creada por los griegos en el siglo V a. de C. Desde entonces sus formas, tejidos y colores han ido cambiando constantemente. Fue la prenda de los proletarios durante mucho tiempo, por lo que los burgueses la ocultaban, pero actualmente su uso está asociado a la respetabilidad y la elegancia. Como curiosidad, IBM obligó a sus empleados llevar siempre camisa blanca como símbolo de la honestidad de la compañía.
La camisa, tal y como la conocemos en la actualidad, data de principios del siglo XX en nuestro país, aunque a finales del XIX, ya se registró en Inglaterra la primera camisa abotonada (es decir, con una fila de botones de arriba abajo).
Precisamente, de ahí viene la costumbre que indica el Protocolo, que una caballero nunca debe quedarse en mangas de camisa, al menos en presencia de las señoras, por considerarse que era como quedarse desnudo en ropa interior. De la misma forma los caballeros nunca deberían quitarse la chaqueta en los banquetes y otros actos.
Dadas las condiciones de vida de aquellos años, finales del siglo XIX, la camisa blanca o de tonos claros, era signo de distinción. ¿Por qué? Solo los aristócratas y gente de buena posición podían lavarla a menudo y tenerla siempre limpia.
Eran bastante utilizados los cuellos postizos, al ser la única parte que se lucía, así se podía cambiar el mismo, sin tener que lavar el resto de la prenda que no se veía.
Ahora todo es diferente, disponemos de lavadoras, secadoras o tintorerías que nos permiten tener una camisa blanca que nos salvará de momentos de apuro.
Los diseñadores saben que esto es así y han rediseñado este básico para que siga en boga a pesar de los muchos años que han pasado desde su origen.
Cuando aparecen las primeras camisas de colores más oscuros, rayas y estampados, las clases sociales más altas optan por mantener el blanco en los cuellos y puños de las camisas, como signo de distinción, para tratar de mantener la diferencia en el estatus.
Las buenas camisas son caras debido a que en su confección se emplean materiales calidad superior y emplean una mayor cantidad de tela, además suelen estar hechas a medida. También son más caras por el cuidado de los detalles como los cuellos, mangas, puños y hombros.
Una buena camisa también se reconoce por el tipo de costura que lleva, que debe ser de puntada recta y con un mínimo de 7 u 8 puntadas por centímetro. Los ojales y los botones son siempre cosidos a mano.
La camisa, al igual que el resto de prendas masculinas ha evolucionado poco, y sigue siendo una prenda clásica, que solamente suele variar en el tamaño de los cuellos, que cambian en función de las modas.
Para elegir una camisa, hay que saber si se usará con corbata o no, y hacer la prueba cerrando el último botón del cuello. Una camisa mal ajustada se convierte en un instrumento de tortura, y además dará una mala impresión.
Las camisas de vestir suelen ser blancas, sin botones en el cuello y con puños para gemelos (doble puño) y, por supuesto, de manga larga. Tampoco llevan bolsillo. Una camisa clásica, nunca lleva bolsillo, y si lo lleva nunca debería usarse, para eso tenemos los bolsillos de la chaqueta. Las camisas de manga corta deben dejarse para ocasiones informales, el verano, cuando vestimos de sport, o para ir vestido sin chaqueta.
Una curiosidad a tener en cuenta, es que las camisas (como otras prendas de botones masculinas) abrochan de izquierda a derecha (tienen la fila de botones a la derecha) y las de las señoras abrochan de derecha a izquierda (tienen los botones a la izquierda). Obedece a que los hombres antaño podían desabrocharse la camisa o prenda similar con la izquierda y agarrar o sostener la espada con la mano derecha. Mientras que la mujer solía sostener al niño con la izquierda y desabotonar su camisa o blusa con la derecha.
Cosas de las diferencias de género….
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