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El paraíso existe, se llama Cap Vermell

Imaginaros la posibilidad de trasladaros a un lugar donde con menos de 24 horas sea posible desconectar tanto del mundo mundial que parezca que os habéis ido de viaje durante dos semanas. ¿Pensáis que lo he soñado? ¿ Imposible?.


Pues no, ese paraíso terrenal existe. Vivimos en una preciosa isla, de la que desconocemos muchos rincones, no por falta de interés, en ocasiones es falta de tiempo, en otras es simplemente que está tan a la mano todo que nos parece que siempre tendremos la oportunidad  para visitar rincones en los que no hemos estado nunca. De esas zonas en las que no he estado nunca se encuentra Canyamel, muy cerca de Artà y Cala Ratjada. Esa parte de Mallorca no la suelo visitar con frecuencia, pero una invitación a conocer el Beach Club Cap Vermell me llevó hasta ahí y no podía dejar pasar la oportunidad.

Allá que me fuí, con la maleta llena de por si acasos - ya sabéis, esa costumbre tan femenina de ir hipercargada para luego no ponerte nada de lo que llevas-. Lo primero con lo que me encontré fue una preciosa playa, de aguas transparentes, limpias, el intenso sonido de las olas es la bienvenida que te da Canyamel y no se va hasta que te marchas.  Lo segundo, una entrada que invita a la serenidad, la puerta a una casa en la que no sabes que encontrarás dentro, pero que una vez la traspasas, te das cuenta que reina la relajación. Aire mallorquín mezclado con diseño vanguardista, se trata del Beach Hotel Cap Vermell.

Imagen www.grupocapvermell.com


Se compone de 11 habitaciones, de las cuáles las que cuentan con terraza "seaside" tienen una vista espectacular de la playa y del infinito mar mediterráneo, los cantos de los pájaros son la melodía que acompaña las cálidas tardes de serenidad. Construido en un principio para facilitar la vida de un antiguo habitante , la casa conserva el espíritu 100% mallorquín.




Después de dejar el equipaje, fuimos a dar un paseo por la playa, un lugar donde las familias conviven en un ambiente lleno de paz, donde nada parece discordante, ni una nota más alta que la otra. Ni siquiera por la noche, que jugó Brasil contra Alemania se subió el tono.
Imagen www.grupocapvermell.com


El restaurante del  Cap Vermell, fué otra de las sorpresas. Su menú degustación una delicia para el paladar y para los sentidos. Mientras veíamos brillar el sol sobre el agua del mar, pudimos probar diversos platos iniciamos con un tártar de atún - lo recomiendo-  emperador con verduras, un carré de cordero y un postre espectacular, todo fantástico y en la medida perfecta. El Vintage 1934 merece una visita. La bodega, con una selección de vinos muy cuidada y situada en un lugar especial, es de las más recomendables que he visto últimamente. Como curiosidad contaros que tienen un vivero de langostas donde puedes elegir la que deseas llevarte al paladar.



La noche pasó demasiado rápido, vimos el amanecer desde la terraza, con una mezcla de colores y sonidos que te invita a ir a lo esencial, a volver a la tierra.  Llegó la hora del desayuno casi a pie de playa, sencillamente no se puede pedir más.


Finalmente todo lo bueno se acaba. No puedo dejar de dar la enhorabuena a Cap Vermell por el  trato exquisito que recibimos, su personal es muy agradable, siempre amable, preocupados en cada momento de que disfrutes de tu estancia y de todo lo que te rodea.

En unas semanas llegan las vacaciones y sin duda volveremos. Si buscas el paraíso, la tranquilidad, una playa deliciosa y te gusta la buena mesa, no lo dudes Cap Vermell Beach Hotel es tu sitio.
Imagen www.grupocapvermell.com







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